domingo, 23 de febrero de 2014

¿DE DÓNDE PROVIENEN ESOS ESTUDIANTES INSENSIBLES ANTE EL SUFRIMIENTO DE LOS DEMÁS CIUDADANOS?
Alberto Salazar
23 de Febrero de 2014



El profesor y doctor en filosofía Francisco Rivero hace años expresó que algunas de las universidades tradicionales del país, no educan, sino que adiestran. Y con ello se refiere a que más que encaminar o preparar para la vida digna de lo que debería ser un egresado universitario, esas instituciones lo que hoy hacen es proveer de un mínimo de destrezas para que el sujeto desempeñe un oficio que demanda ciertos conocimientos específicos. Es decir, el adiestramiento se enfoca para brindar los saberes requeridos para que el sujeto pueda insertarse en el mercado laboral, como un empleado más que engrosará las filas de los trabajadores corporativos. Y eso no es casual, es deliberado, ya que las empresas están deseosas de trabajadores, unos más preparados que otros, que puedan desempeñarle las tareas que necesitan, y las universidades referidas, tomaron un atajo pragmático, sacrificando una mejora en la preparación intelectual de la sociedad futura.

Por ello es comprensible que uno se encuentre ante un estudiante que aunque conoce lo que se le enseña, prácticamente ignora cosas que resultan indispensables en la formación completa de un profesional universitario. Puede ser casi un ingeniero, pero no comprende las realidades básicas de los sistemas económicos del mundo. Puede estar terminando la carrera de medicina y desconocer prácticamente lo básico de como funciona un sistema judicial. Podemos encontrarnos ante un pichón de psicología, que ignora grandes problemas mundiales como la superpoblación, las voraces necesidades energéticas, o desconocer casi la totalidad de la historia de la nación donde nació o donde vive. Es decir, son profesionales con carencias notables en su formación, lo cual los coloca en una posición favorable para ser manejados por otros mejor preparados.

Lo más grave es que aunque nos sorprendan por su gran ignorancia y constantes prejuicios, creen que el hecho de estar en una universidad les otorga una patente de sabio. Los medios les han hecho creer que son seres superiores y repiten cual loro, que son el futuro del país sin comprender la responsabilidad que ello adosa. Salen a la calle, pensando que hay que rendirles pleitesía, por poseer un intelecto privilegiado. Pero no es así, basta con recordar al ejército de comunicadores sociales salidos de la UCV, UCAB y USM de un lado y al bachiller Mario Silva del otro, dejándolos en ridículo todas las noches, con su programa “La Hojilla”, para detectar que algo no está del todo bien.

Un ejemplo de esto lo percibí hace un par de días, cuando una estudiante de la cuadra donde habito, lideró a otros dos más, para en nombre de defender su futuro y por demandar vivir en libertad y democracia, según ella, decidió juntar la basura de toda la calle en pleno paso de los vehículos y prenderle fuego a modo de colocar una güarimba. No pudo razonar que estaba decidiendo, autoritariamente, algo que afectaría la salud de todos los que habitan allí. Que tal acto, además de ser un verdadero riesgo y altamente contaminante, podía incomodar a cualquiera de los bebés, niños, adultos y ancianos que conviven con ella en esa misma zona geográfica. Tampoco se detuvo a pensar en lo poco democrática que era su actitud, ya que estaba obligando, sin consulta de ningún tipo, a otros a sufrir una significativa molestia física por casi 24 horas, al tener que inhalar vapores tóxicos de los mismos desperdicios que generamos en nuestro vivir diario. No consideró ni por un instante que alguien podría estar afectado de las vías respiratorias, o que alarmaría innecesariamente a la comunidad.

No fue así, ella justificó su conducta delictiva con base al repetido lema de que defiende su derecho y futuro. Una estudiante que no es capaz en lo mínimo de ponerse en los zapatos de otros a quienes perjudicaría, o que se cree superior a ellos. Tal conducta encaja con el patrón de aquellos estudiantes que impiden el paso de otros, incluso de emergencias, porque están luchando por la libertad y por Venezuela. Ha habido muertos y sin embargo no hay ningún pronunciamiento para enmendar tal problema. Y uno se pregunta: ¿Qué les enseñan en sus universidades, que no pueden ver lo absurdo de su comportamiento en sociedad? o ¿Qué les enseñan que se hacen insensibles al sufrimiento de sus congéneres?. ¿Son egoístas extremos por torpeza o adrede? ¿Es que no saben vivir en sociedad? ¿O es que se creen una clase superior para la cual ciertos privilegios se permite? El problema es grave ya que apunta a examinar los valores y la forma de pensar que se ejercita realmente en esas universidades tradicionales.

La historia culmina, con el hecho de que al paso de un rato los vecinos de la urbanización, donde escasamente el chavismo obtiene un 10% de votos, empezaron a quejarse con gritos por los balcones. Se sentían asfixiados y le reclamaron a la estudiante lo hecho. Uno de ellos le dijo que ella era una delincuente, y la estudiante gritó ofendida que ella no era delincuente que era estudiante. ¡Qué lógica más pobre! Como si el hecho de ser estudiante puede vacunar a alguien para que jamás sea un delincuente. La pobre estudiante, desconoce el significado del término delincuente. Ella debe suponer que delincuentes hay en los barrios pobres de la capital, que son únicamente la gente de piel oscura o que son los pobres. Y como no reúne ningunas de esas cualidades y además es estudiante, entonces no puede ser delincuente. Ella debe estar llena de prejuicios erróneos y carece de capacidad para entender algo tan simple como que un delincuente es alguien que ha cometido un delito. No puede concebir en su mente, que un delito es quebrantar la ley, y que su acción violentó varias leyes y ordenanzas. Aunque se le explique no puede aceptar que al cruzar la rayo de lo no permitido, automáticamente se convirtió en una delincuente.

De modo que hay pocas esperanzas de que pueda comprender lo erróneo de un razonamiento como el que seguidamente se describe:

1.- Dado que hay un nivel intolerable de delincuencia en el país, voy a protestar para que el poder ejecutivo cumpla su obligación de disminuirla.
2.- Para hacer que mi protesta se note en el mundo, voy a cometer un delito. 
3.- Si el gobierno me castiga, estará incumpliendo su obligación de combatir a la delincuencia.

Así que nuestra sociedad debería reflexionar acerca de cómo se desempeñarán esos futuros profesionales mañana. ¿Cómo es que perdieron la empatía por sus congéneres?, ¿Cómo es que son indolentes ante el sufrimiento de otros?, ¿Cómo es que no emiten la más mínima señal de pena, por la muerte de alguien que se degolló por algo que ellos colocaron y se quejan a cada instante de sus compañeros muertos?, ¿Cómo es que invocan valores y conceptos como libertad, derechos humanos y no son capaces de rectificar ante sus errores?, ¿Cómo pueden obtener un título de tercer o cuatro nivel y no son capaces de comprender el punto de vista de su interlocutor? y ante el cacareado lema de que son el futuro: ¿Cómo reaccionarán ante un problema de ganar dinero, o ante uno que plantee preservar el ambiente?, ¿Cuál decisión tomarán ante la disyuntiva de cumplir las leyes o alcanzar una meta corporativa?

No se trata de un asunto superficial, ya que lo que hagamos hoy moldeará el mañana y construir una sociedad distinta pasa por revisar todos los paradigmas y postulados educativos. Ya lo dijo Confucio: “Donde hay educación no hay distinción de clases.

miércoles, 19 de febrero de 2014

SOBRE AQUELLOS QUE DICEN Y REPITEN QUE NUESTROS ESTUDIANTES NO PUEDEN SER MANIPULADOS

Alberto Salazar
19 de Febrero de 2014



Hay gente que se deja deslumbrar por muchas cosas. Algunas valen la pena y otras son falsas. Así que resulta común que ciertas personas lean alguna frase y sin pensar en profundidad acerca de su contenido, de inmediato, la tomen como una frase plena de verdad y de sabiduría. Así por ejemplo, un conocido profesor universitario, identificado con la oposición política al gobierno actual, escribió hace pocas horas, en su cuenta de Twitter, este mensaje: “El que crea que los estudiantes son "manipulables", o nunca ha sido estudiante o jamás ha trabajado con y por ellos.” Y aunque el mensaje tiene casi 700 retransmisiones (“retweets”), sin críticas, y 70 marcas como del tipo “mensaje favorito”, no hace falta ser un filósofo profesional, para dudar de semejante aseveración.

No hace muchos años, gran parte del mundo fue víctima de un engaño masivo, una mentira criminal y una manipulación descarada para invadir Irak (http://bit.ly/1gh3Zyi). Profesionales, estudiados, trabajadores, gente sin formación académica, ciudadanos de varias naciones del mundo y hasta gobiernos enteros, creyeron la manipulación burda y descarada del gobierno estadounidense para invadir Irak. Y sostengo que fue una manipulación y mentira, porque ese gobierno mismo gobierno tenía evidencias de que lo que afirmaba podía ser completamente falso, pero deliberadamente la ignoró. Sus interese comerciales, principalmente petroleros, predominaron a la hora de actuar. Luego, se burló de su misma idiotez (http://bit.ly/1jQzB3u), dejando además como estúpidos a todos aquellos que creyeron que frente a un problema tan serio y con numerosas vidas humanas de por medio, se les decía la verdad responsablemente. El asunto resultaría extremadamente cómico por lo crédulos y manipulables que somos, si no fuera por lo trágico de la muerte y destrucción que arrastró semejante error.

Así que uno puede preguntarse: ¿Qué condición tiene un estudiante venezolano para hacerlo invulnerable ante una manipulación? ¿Qué facultad posee ese estudiante, que lo coloca en un plano distinto e impide que pueda caer como le acontece a muchos en el mundo? La respuesta es ninguna. El profesor escribió un gran disparate, quien sabe si adrede o embargado por una gran emotividad, pero lo malo es que muchos lo toman como una muestra de gran sapiencia.

Hasta un delincuente sin muchos estudios comprende que podemos ser víctimas de una manipulación planificada. Por eso existen los secuestros y las tomas de rehenes. Porque los criminales entienden que podemos inhibir o alterar nuestra conducta natural ante la posibilidad de perder algo que consideramos de sumo valor, por ejemplo, la vida de un ser querido. En otras ocasiones, una sustancia, algo que se absorbe por la piel o que de una u otra forma ingerimos, nos coloca en un estado fácil para ser manipulados.

Por otra parte, resulta común que la gente acuda a profesionales para que les ayuden a manipular su mente y cambiar su conducta. Por ejemplo, aprender a manejar la ira o la depresión. Si fuéramos inmunes a la manipulación, la psicología y psiquiatría no tendrían razón de existir. Nos dirían, no hay forma de cambiarte. Nosotros, con ayuda profesional o por sí mismos, podemos manipularnos hasta hacernos reaccionar en modo distinto a como antes lo hacíamos. Por ello la referencia al conocido filme "El candidato de Manchuria" acompaña este escrito.

Adicionalmente, hay sociólogos, historiadores y otros estudiosos, que con frecuencia relatan o discuten sobre la manipulación que hizo Hitler del pueblo alemán. Se refieren al proceso de cómo el nazismo explotó ciertas condiciones a su favor y logró extender su ideología hasta hacerla la predominante en la Alemania de finales de los treinta. Es más, muchos de los ideólogos de la oposición sostienen que Hugo Chávez fue un gran manipulador. Lo que inusitado es que se pueda pensar que por entrar en una universidad, se consigue una vacuna ante tal posibilidad.

Así que creer que por ser estudiante venezolano se es invulnerable a la manipulación es casi tan infantil como creer que “Superman” existe. Por ello me parece increíble que gente de clase media, algunos con títulos de cuarto nivel, no perciban la falsedad de semejante afirmación; el enorme disparate que están tomando como muestra magistral de una sapiencia extraordinaria.

Y aunque es evidente que el ser humano puede ser manipulado, nos gusta negar tal posibilidad. Y más aún, aseguramos fácilmente, que nosotros no lo somos. Tal vez otros sí, pero nuestra persona no. Descartamos así que nuestras emociones pueden conducirnos fácilmente a distorsionar los eventos y actuar en modo distinto a cómo habríamos hecho si no hubiésemos sido influidos. Olvidamos que cuando estamos enamorados, llenos de odio, enfermos, eufóricos, u otros estados, somos proclives a ser manipulados.

Es más, la mejor forma de reducir la posibilidad de que nos manipulen y manejen al antojo de otro, es reconociendo primeramente que podemos ser manipulados. Luego, ante cada hecho que se nos presente, ponemos en duda su veracidad y la examinamos a fondo. Si es necesario se reexamina con el descubrimiento de nuevas evidencias. Eso es lo que hace un científico y por ser cada vez más riguroso antes de asegurar algo, es que la ciencia avanza. Ello no indica que no se hayan hecho fraudes, como el conocido engaño del hombre de Piltdown que perduró por más de 40 años. Y cada vez que algo así sucede, es porque de una u otra forma se ha sido ligero en comprobar la veracidad. A la larga, el fraude se pone de relieve y se corrige la falsedad.

Hoy en día nos inundan de fotos y vídeos falsos o trucados. Nos mienten descaradamente y hay cientos  que sostienen que la mentira es válida para lograr sus fines. Encajan en aquel nefasto lema de: “El fin justifica los medios”. La fanática actriz, Amanda Gutiérrez, de tendencia política extrema contra el gobierno actual, divulgó una falsa fotografía de violación a un estudiante. Una imagen que apenas se examina se percibe que era muy fácil de poner en duda. Los uniformes de la policía tenían el letrero en inglés y no se ajustan al de nuestros cuerpos policiales. También era lógico preguntarse en quién y cómo habría estado alguien en un ángulo superior al horrible suceso, como para tomar tal fotografía y lograr publicarla más tarde. En otras palabras, Amanda tenía elementos notables para no confiar en la autenticidad de lo que publicaría, que además resultaba delicado y hasta posiblemente lesivo contra el supuesto estudiante. Pero según sus propias palabras, cuando le indicaron la fuente pornográfica de dónde provenía la imagen, solamente expresó que pedía disculpas por haberse ido de bruces. Amanda jamás recordó que no es la primera vez que hace tal tipo de cosas y que por lógica, debería haber aprendido a ser mucho más cautelosa con otorgar veracidad a lo que le llega.

Finalmente, frente al caso inicialmente señalado en este ensayo, hay que señalar que todo profesor universitario sabe que por ley, su objetivo principal es buscar y defender la verdad. Así que si un profesor escribe un disparate tal como lo ha hecho el que hemos mencionado, ello es preocupante. Pero aún es más preocupante para una sociedad, que muchos lo tomen como verdad. Incluso otros seres que han entrenado su mente dentro del espíritu de la academia y el rigor científico. Razón tenía Aristóteles al expresar algo que debería guiarnos a todos: “Platón es amigo, pero más amiga es la verdad”.

miércoles, 5 de febrero de 2014


LA PELOTA ESTÁ DEL LADO DE LOS MAESTROS Y DOCENTES ¿QUÉ HARÁN CON LAS “CANAIMITAS”?

Alberto Salazar
5 de Febrero de 2014


Este no es un artículo para discutir contrataciones laborales, condiciones en el entorno de trabajo ni nada que se le parezca. Tampoco se enfoca en uno o más artículos de una ley vinculada con educación; ambiciosamente trata de ir al meollo del asunto, sobre lo que realmente aporta una buena educación. Es decir, se enmarca dentro de la verificación real del crucial aporte para el país que hacen nuestros maestros y docentes de primaria y secundaria. Pone en tela de juicio si es verdadero el tan repetido lema de que forman el futuro del país. Pide ver mejores y notables resultados.

Y para adentrarme en el tema, por supuesto que me enfocaré sobre la ideologización que debería ocurrir en las mentes de nuestra juventud, lo cual es muy diferente del adoctrinamiento político. No pienso argumentar contra maestros y docentes que salen a marchar y repiten consignas de que en los libros o programas se está “ideologizando a la cubana” a nuestros niños y adolescentes. Eso es tan estúpido que sería perder tiempo, espacio y oportunidad.

Está más que claro que un maestro llena la mente de los niños de algunas ideas básicas y debe despertar su capacidad para procesar apropiadamente las ideas que recibe, y hasta generar las que serán completamente propias. ¿O porqué en nuestros días se pide una realizar una contribución completamente original y científica, bajo el formato académico, para otorgar un doctorado? Plutarco decía que: “El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender” y eso es lo que debe hacer un buen maestro. Las jubiladas maestras de formación normalista, lo hacían cotidianamente y demostraron que eso es más que factible en Venezuela. No se está pidiendo lo imposible. Si usted enseña a pensar apropiadamente bien a alguien, de poco servirá que después usted u otro trate de manipularle, ya que esa mente, tarde o temprano, se escurrirá pensando en otras direcciones que pueden ser muy contrarias a lo que usted desea que crea. Y aunque usted logre por coacción o fuerza que haga lo que usted desea, el sujeto, aunque callado, estará en espera de una oportunidad para rebelarse y actuar según realmente cree. La historia así lo confirma.

Así que enseñar a ser libre no es enseñar a amar a los Estados Unidos de América (EUA), sino a pensar por si mismo. Si los EUA defienden realmente la libertad, el ciudadano apoyará sus políticas, pero si no es así las combatirá. Igual ocurre con otras naciones y ejemplos. Es por ello que uno puede tomar como ideal de un humano a Martin Luther King Jr. y detestar a George Walker Bush. No por ser estadounidenses, sino por las ideas que defendieron, aplicaron y promovieron; el primero la igualdad étnica y la justicia social; el segundo, por el amor que profesa a la cobarde guerra electrónica de hoy contra los pueblos, y que tiene por trasfondo, la vil ganancia económica. Así que equivocado o no, una mente que piense por si misma, igual actuará si está en Berlin de 1939, Moscú de 1965 o Nueva York de 2014, es decir, descubrirá las costuras de lo que se le repita y diga como verdad absoluta.

Pero retornando al planteamiento base de nuestro modesto ensayo, los maestros y docentes que tanto nos repiten que merecen un trato justo y mejores condiciones para desarrollar su trabajo, ya que tienen en sus manos lo más importante, el futuro y progreso de la nación, al formar el talento humano del mañana, deben demostrar que eso realmente es así. Y disculpen mi escepticismo, pero es que no creo que las cosas sean ciertas porque me las repiten a diario, debe haber pruebas reales de ello. Eso me lo enseñó hace casi cinco décadas atrás, una connotada maestra, formada en la “Normal Miguel Antonio Caro”, que educó por años en una escuela pública de primaria en un cerro de La Vega. Con un único libro por niño y compartiendo una resma de papel para todo el curso, a punta de tiza, borrador, garganta y con mucho amor, me enseñó por igual las bases de la aritmética, a leer y escribir con una aceptable ortografía, y hasta los principios de las ciencias naturales. Esa dedicada profesional, nos adentró en geografía, historia y hasta las artes plásticas. Más tarde, otras dos maestras formadas bajo el mismo canon pedagógico se encargaron de reforzar y ampliar esa formación. Con tareas periódicas que nos obligaban a ir a la biblioteca y escudriñar entre textos de diferentes áreas y autores, todo mi curso fue ampliando su educación y cultura. Para ese entonces éramos incapaces de preguntar al “bibliotecólogo” de turno: “¿de qué página a cual página debo leer?”. Es más, ni siquiera se nos ocurría preguntarle que nos recomendara un texto o un autor, preferíamos revisar varios libros y seleccionar por nosotros mismos. En otras palabras, bastaron tres buenas maestras para hacer la diferencia.

Eso fue el legado de aquellas maravillosas pedagogas: “busca la verdad por ti mismo”. Así que cuando llegamos a la universidad no hubo trauma alguno, estábamos acostumbrados a esa forma de pensar. Tal vez por ello, no es de extrañar que terminamos abrazando la docencia, pero que nos enfocamos en la del tipo universitaria. Allí, cuando llega un estudiante, es fácil determinar si este trae la forma de pensar que le será de éxito para su formación académica o si posee un lastre mental de cómo conducirse, que difícilmente podemos remover. El estudiante que repite cual loro, toma apuntes, repite las clases y textos, pero se le dificulta pensar ideas propias, incluso simples críticas a lo que se le enseña, es un sujeto centrado en la memorización y acumulación de saberes, bajo la organización que le da su profesor. Pero le cuesta “pensar fuera de la caja” si se nos permite utilizar la expresión gringa. También es común que obtenga el grado universitario porque la estructura de muchos programas de estudio así se lo permite, pero cuando debe inventarse un modo heurístico de realizar una demostración matemática o resolver una integral numérica empieza su calvario. Si lo pones a componer un poesía o un ensayo de primera te dirá que no se le ocurre nada. Y uno piensa para sí mismo con tristeza, todo un mundo de cosas que expresar, algunas internas y otras externas, del más extenso y diverso rango, y este pobre estudiante sufre para decirme al menos una. En otras ocasiones el problema es el muy repetido: “sé lo que quiero decir, pero no sé cómo hacerlo”, o su cercana variante, que expresan cuando uno les lee lo que escribieron: “pero yo quería decir era otra cosas”. A uno no le queda más que responder con firmeza: “pero esto fue lo que expresaste y por lo que tengo que calificarte”. Y por supuesto que uno termina siendo el antipático. Ese pobre estudiante, incluso ya graduado, es el sujeto ideal para adoctrinar políticamente, ya que se le cercenó su facultad de pensar y cuestionar por sí mismo. Incluso con títulos de cuarto nivel, será un vulgar repetidor de lo que otro le diga previamente. A veces encaja muy bien en los modelos pedagógicos tradicionales y de origen monárquico, que hoy la derecha continúa promoviendo.

Mientras, el estudiante que piensa por si mismo, nos pone contra la cuerda. Cuando uno está dictando la clase, levanta su teléfono inteligente y se conecta a la Internet, busca algo y te pregunta. A veces para profundizar y a veces para contradecirte. Unas para aprender y otra para avergonzarte o ganar notoriedad. “Disculpe, profesor, pero el año pasado salió un desarrollo en el mercado, sobre lo que usted acaba de decir que aún está en investigación en una universidad”, es uno de los tipos de comentarios que a uno le sorprende. Y hay que revisar de todo, porque puede venir con otro tipo de frases como: “¿profesor, qué opina usted de la teoría de fulano de tal que sostiene una variante de la que usted acaba de explicar?”. Al docente universitario lo embarga una contradicción de emociones; una de alegría porque hay interés en lo que está presentando y otra de temor por no estar a la altura del conocimiento que tal vez debería tener sobre el mismo. Y es que es imposible leer todo lo que se divulga sobre un tema. Cada día se publican cientos o miles de artículos sobre cada tema y ningún docente puede aspirar a conocerlos todos con detalle. Por eso, ya hay más de un colega que les prohíbe usar cualquier artefacto electrónico durante su clase. Quiere atar el aula de clases a un ambiente ya pasado, donde mantiene la certidumbre y el control sobre el curso. Sacrifica nuevas posibilidades de sus estudiantes en nombre mantener un objetivo pedagógico que debe alcanzar en 90 minutos. Un tema que ameritaría discusiones en congresos y foros educativos, pero que hasta ahora pasa por debajo de la mesa.

Así que ahora me pregunto: ¿Cómo serán los estudiantes del mañana? Si el gobierno ha hecho un meritorio y masivo esfuerzo por darles sin costo alguno una computadora portátil con acceso a Internet y software libre (Canaima GNU Linux®), y sus maestros y docentes le sacan el jugo a tan maravilloso recurso pedagógico ¿hasta dónde podrán llegar?. Cualquier “Canaimita” de las que constantemente entrega el gobierno, tiene mayor poder de cómputo que las computadores que tenían los módulos lunares del programa Apollo de los sesenta. El software también es mucho más elaborado y poderoso. Aquellos estaban escritos en lenguaje ensamblador, los de hoy incluyen lenguajes de cuarta y quinta generación y permiten variados desarrollos. Así que si EUA llegó repetidamente a la luna con aquellos “perolitos”, ¿qué no se puede hacer hoy con estos fantásticos instrumentos? Y mi pregunta de rigor, ¿A dónde nos hubieran conducido esas ya desaparecidas maestras de antaño, si cada uno de nosotros hubiera dispuesto de una computadora para realizar sus trabajos?

Por eso, pienso además que el magisterio tiene un enorme reto por delante, demostrar no con discursos y estribillos tradicionales, que cumple con su labor, si no con hechos, verificables y transparentes. Que resulte muy claro para todos la mejora en la calidad de la docencia. Que nuestros niños y jóvenes lleguen con una mejor preparación, habilidades y destrezas para insertarse sin problema alguno en el siglo del conocimiento; para innovar y aportar soluciones a las necesidades del país. La educación no es algo para presumir de "sabelotodo" ante los demás, colgar un "título académico" en la pared o únicamente para mejorar el estatus económico o social de cada individuo, es principalmente para convivir civilizadamente en el mundo moderno y para contribuir a la mejora de este. Si lo que se quiere hacer dinero, es más fácil decidir ser un comerciante o ladrón. Arturo Úslar Pietri fue enfático en reflejar la importancia del tema al expresar: “Si vamos a ponernos sinceramente a hacer toda la Venezuela posible, y es grande esa posibilidad, tenemos que ponernos de inmediato a concebirla y a hacerla en la escuela”.

Así que ahora los maestros y docentes tienen el balón en su campo. El gobierno los ha dejado expuestos y deben demostrar que realmente son lo que pregonan a diario. Si cumplen satisfactoriamente con su labor será innegable para todos, que se les debe otorgar mejores condiciones, recursos y compensaciones económicas. Pero si van a negarse a usar las “Canaimitas” y extraerle el jugo al acceso a la Internet que se está popularizando, con las áreas de “Wi-Fi” gratis, “Infocentros”, y demás desarrollos del MPPCyT, entonces están condenando a nuestro futuro, y eso sería criminal. No es la hora de las marchas mediáticas, es la hora del continuo trabajo que con mística, entereza y profesionalismo, demuestre que son lo que dicen ser. Así es como se construye una nación. No escuchando a un líder político de tercera, cuyos registros académicos lucen escasos y concuerdan con su limitada forma de razonar y hablar. Por otra parte, esperamos que las “Canaimitas” se conviertan en algo más que una gran calculadora, que sean un recurso de aprendizaje que resulte crítico dentro de los programas. No se trata de que los programas vayan por un lado y el fantástico proyecto de la portátil para cada estudiante vaya por otro. No, esperamos más que armonía entre unos y otros, deseamos una conformación digna de la educación de alta calidad que tanto se pregona.

Un maestro de vocación luchará para que la Canaimita no sea únicamente para jugar, “chatear”, ver vídeos o escuchar música. Le exprimirá las posibilidades como si fuera una naranja y difícilmente esperará a que le entrenen apropiadamente para ello. Se le irán las manos desarrollando nuevos esquemas de instrucción, conformando materiales, compartiendo con otros colegas mejores formas de enseñar a razonar lógicamente, de comprender la utilidad de los números en nuestra vida diaria, descubrir otras culturas, otras historias, otras lenguas, etcétera. Si tiene que enseñar el código binario, ¿qué mejor recurso que una computadora portátil? Ese es el lenguaje natural de ella. Un maestro real examinará con excitación los resultados de las nuevas calificaciones de sus estudiantes, buscando signos y señales de que el recurso está siendo de importante ayuda. Experimentará y hará ajustes de los cuales pueda presumir con sus colegas. Incluso, los futuros congresos educativos deberían irse llenando de experiencias vinculadas con el empleo de las "Canaimitas".

Y es que el maestro ahora dispone de un moderno artefacto tecnológico que le interesa a la mayoría de la juventud y que sirve para mostrar, en la práctica real, cómo se aplica lo que enseña. Así que dejemos de lados los falsos temores y pugnas de baja política; si algún gobierno hubiera pensado alguna vez en adoctrinar políticamente a su población y les pone en la mano de cada niño una computadora portátil con acceso a la red de redes, sería el gobierno más estúpido de toda la historia de la humanidad. Cualquier maestro debería darse cuenta de ello y si no creen eso, consulten sobre el rol de la Gran Muralla Digital de la China moderna.

Un maestro o docente con verdadera vocación, puede estar en contra del gobierno de turno, pero jamás le negará a sus estudiantes la posibilidad de superarse y aprender a ser mejores seres humanos. Más de una maestra de antaño no gustaba de los gobiernos de AD y Copei -que bastante maltrataron a ese gremio-, pero nunca jugaban o arriesgaban a sus escolares. Hacían hasta lo imposible para impulsarnos a grandes logros y metas trascendentales. Disfrutaban cuando veían que nos superábamos. Veamos pues, si los de ahora están a la altura del compromiso y si no es así, mejor que abandonen el puesto, porque lo que está en juego es demasiado costoso, el futuro de la nación venezolana. Ya el gobierno les jugó limpio, ahora les toca a ustedes responder con juego limpio y justo. Recuerden además lo que dijo Aristóteles: "Aquellos que educan bien a los niños merecen recibir más honores que sus propios padres, porque aquellos solo les dieron la vida, éstos el arte de vivir bien."