SE HACEN LLAMAR
EXPERTOS PERO MÁS BIEN PARECEN FALSOS ADIVINOS
En ciertas cosas, la sociedad
estadounidense resulta peligrosamente pragmática. Si usted es un
deportista, esa sociedad espera que triunfe en la disciplina que
practica. Si usted es un inventor, los gringos esperan que les
invente cosas de utilidad. Si dice ser un intelectual, entonces se
espera que realmente lo sea. No que sea un falso intelectual, se
quiere que sea capaz de ver lo que a otros se le oculta, que produzca
ideas de utilidad, que ofrezca razonamientos que expliquen cosas y
que pueda aconsejar con un respetable índice de aciertos. Incluso,
los estadounidenses a grupos de académicos, estudiosos, sabios y
expertos, le acomodan la designación de “un
tanque de pensadores (Think Tank)”.
Entre otras cosas, los tanques de pensamiento existen para generar
planes y programas, que sean realistas, prácticos y efectivos. Que
conduzcan a la sociedad a las metas que se proponen. Los planes de
pensamiento político, elaboran las metas, dictan el camino, señalan
el modo y justifican todas esas cosas. Diagnostican, pronostican,
dicen qué hacer y de ser necesario, recomiendan a tiempo qué
instrumentar para enderezar el rumbo. Tener un grupo de sabios que
“no pegue una” en décadas, sería inaceptable para la sociedad
estadounidense.
En nuestro país, varios de nuestros pensadores más celebrados,
están acostumbrados a criticar, criticar y criticar, pero pocas
veces proponen cosas pragmáticas y útiles para la sociedad. Se
quedan en los diagnósticos y cuando les dicen “adelante,
condúcenos tú”, se vuelven un kilo de estopa y fracasan. Para
ejemplo, basta recordar a aquellos meritorios sabios que guiaron a
Carlos Andrés Pérez, durante su segundo mandato, por un abismo
económico sin retorno. Economistas que solamente aplicaron las
recetas del nuevo liberalismo, hechas en otras latitudes. Aún hoy,
varias décadas después y con más que evidentes consecuencias que
refieren el gran desastre que hicieron, esos economistas sostienen
que no fracasaron, que nunca se equivocaron, que el problema fueron
los políticos. Es decir, son incapaces de ver todo el sistema,
únicamente miran su parcela. Mucho menos asumen responsabilidades.
Se puede deducir entonces, que esos falsos intelectuales no están
preparados para decidir sobre situaciones reales, que generalmente
sus recomendaciones son incompletas y para nada prácticas. Son
buenos para juzgar lo ya acontecido, con una retórica académica,
pero en realidad viven elucubrando planes absurdos en sus torres de
marfil. Diagnostican “post-mortem” pero se equivocan para
vislumbrar lo casi inmediato.
Y tal vez esto ocurre, porque nadie les recrimina sus equivocaciones.
Nadie les exige éxito en sus pronósticos y planes. Nadie les dice
“o lo haces bien o te desechamos”. Estos sabios no temen
equivocarse por completo, ni tampoco les angustia que deban
contradecirse en apenas horas, y a veces hasta son capaces de negar
descaradamente lo que previamente hicieron. Se aprovechan de la falta
de memoria de nuestra población y del hecho de que, los medios los
volverán a llamar para que expliquen y propongan nuevas soluciones.
Ni siquiera deberán explicar porqué se equivocaron anteriormente,
ya que la página de su descalabro se pasará bajo un silencio
cómplice.
Nuestra clase media también sufre esa falla de memoria para demandar
éxito y efectividad. Se impresiona con títulos universitarios y con
un discurso que le suene a academia. Usted les dice profesor
universitario y más de uno lo imagina todo el día envuelto en una
toga griega y filosofando cual Platón. A nuestra clase media, que no
recuerda las siete maravillas del mundo y apenas puede viajar, repite
el mismo destino de Miami, si le hablan en inglés, se inclina como
indios de los seriales de las películas de los treinta, que hacían
en Hollywood. Cualquiera que tenga aire de “musiú” y hable en
lengua foránea, parecerá a muchos como una mente brillante. Esa
clase media, frecuentemente acusa a las clases populares de caer bajo
el hechizo del verbo populista, del embrujo de las promesas
políticas, pero es incapaz de mirar lo que le hacen repetidamente.
No observa como un grupo se burla en su cara una y otra vez. Como le
prometen victorias con bombos y platillos, que jamás llegan. Esa
clase media, media también en su intelectualidad, nunca se toma un
tiempo para exigir respuestas serias a sus líderes. Ni a políticos,
ni a estos intelectuales que los medios encumbran día tras día.
Pero basta con mirar los últimos artículos de ciertos pseudo
intelectuales que critican y critican, para descubrir sus magistrales
“metidas de pata”. Aquí una pequeña muestra, no aleatoria, de
cómo nuevamente fallaron en sus pronósticos electorales:
“La "estrategia" de
culpar a la oposición del caos creado por la ineptitud y corrupción
del gobierno ya no se la traga el pueblo. Las encuestas registran que
más del 70% culpa a Maduro de los males que estallarán el 8D como
rechazo masivo a quienes acabaron con el sueño de paz, democracia y
prosperidad que les prometieron hace 15 años. ” Marta
Colomina – “Realidad y
Cifras no mienten, Maduro sí” - Domingo 10-11-13
“Para el gobierno es de vida o
muerte imponerse el 8-D. Ya se ha dicho que cuando se cuenten los
votos, si el Gobierno se confirma como la minoría que es, se
producirá una crisis del madurismo, la versión aguada y piche del
chavismo.” Carlos
Blanco – “Tiempo de
Palabra” - Domingo 01-12-2013
“Los voceros de la MUD no se
preocupan por la parejería que significa el paragón que se hace de
un individuo tan escaso de virtudes con la figura del Libertador,
hasta el punto de amorocharlos en la peana, sino porque la obligación
de la fidelidad sucederá mientras los electores se disponen a votar
en las elecciones municipales. Consideran que se le ve la costura a
esa mezcla de sacralidad con negocios terrenales. Tienen razón, pero
existe otra interpretación que les debe provocar alivio: como ve las
elecciones perdidas, la “revolución” se aferra a los milagros
del santón a cuya adoración obliga.”
Elías Pino Iturrieta
-“El día de san Gigante”- 17-11-2013
“Ahora Maduro no tiene idea de
qué hacer. Lo único que podía apaciguar la ebullición del pueblo
era el verbo del líder, para mantener las bisagras en su puesto y
"el proyecto" en marcha. Pero ahora Maduro ni puede
enderezar la economía ni tiene la gracia discursiva para mantener la
coherencia.” Antonio
Rivas -“El presidente en su
laberinto”- Martes 29-10-2013
“De todas maneras, las dudas que existen sobre el resultado
electoral muestran claramente que, sin ese ventajismo, jamás hubiera
podido ni siquiera acercarse a los votos obtenidos por Henrique
Capriles. Eso lo conoce perfectamente nuestro pueblo.” Fernando
Ochoa Antich -“Yo no
conspiro, digo la verdad”- Domingo 01-12-2013
“Pero también -cosas la ciencia ficción- como todo
súperpoderoso tiene un flanco débil, un talón de Aquiles. Su
criptonita son las elecciones. Su cercanía no le deja descansar, sus
poderes se debilitan... ” Laureano Márquez (haciendo
referencia a Maduro) -“Tiene superpoderes”- Viernes 22-11-2013
“La cosa es saber si el show
(que compromete la economía del país en aras de un resultado
electoral cuyos resultados consideran cruciales) ha volteado la
tortilla y así los chavistas idos regresaron y la díscola clase
media finalmente cayó en el embrujo de las golillas, liquidaciones y
demás mojigangas de unos manipuladores que, a expensas de alimentar
el ansia consumista (bestia negra de tantos pensadores marxistas),
pretenden salvar, por la vía del voto (otra aberración pequeño
burguesa), ese curioso pegoste ideológico detrás del cual se
esconde el más gigantesco fraude político de nuestra brevísima
historia republicana.
Con suerte eso lo sabremos el próximo domingo, pero como el lector debe estar exigiendo una conclusión un tanto menos gaseosa, me atrevería a afirmar, impulsado tanto por el deseo como por la convicción, de que en esta oportunidad la estratagema nos le va a funcionar y si tengo razón la próxima semana trataré de explicarles por qué.” Roberto Giusti -“Las garras temblorosas de los hermanos Castro” - Martes 3 de Diciembre de 2013
Giusti
que se equivocó por completo, no tuvo que explicar su error y a
horas de completarse el evento electoral del domingo pasado,
escribió:
“Si bien el objetivo de la
Unidad Democrática (convertir en plebiscito las elecciones
municipales) quedó fuera de su alcance porque los resultados no
fueron lo contundentes que se esperaba (así lo indicaban las
encuestas al principio de la campaña electoral), la cosecha
electoral del domingo permite pensar que tampoco el chavismo podrá
avanzar, sin contratiempos, en su proyecto de dominación. Ha sido,
entonces, una suerte de empate que, según y como se miren los
números, favorece a una u otra de las dos tendencias en liza, pero
siempre por un margen tan escaso que la situación existente antes
del 8D sigue siendo la misma.”
Roberto Giusti -“¿Por
qué falla la salida electoral?” - Martes 10 de Diciembre de 2013
Pero
más patético aún lucen estos dos “sabios y guías” de la
oposición política venezolana, que ni siquiera coinciden en un
análisis posterior al evento. A pesar de que disponen de los datos
numéricos, sus interpretaciones los contradicen abiertamente:
“...el voto opositor (que
incluye mayoritariamente al de la Unidad) medido en número de votos
populares alcanzó el 53% en tanto que el del oficialismo fue del
47%. Fue un plebiscito donde el gobierno salió claramente derrotado.
El gran perdedor fue Maduro.”
José Toro Hardy
-“53% vs 47% a pesa de...” - Martes 10-12-2013
“Quiérase o no, Nicolás Maduro consolida su presidencia tras
el resultado electoral del domingo.” Nelson Bocarandi Sardi
-“Runrunes”- Martes 10-12-2013
De modo que ese grupo de supuestos
intelectuales a mi me lucen más como discípulos de Adriana Azzi que
a colegas de Andrés Bello, George Cantor, o Ludwig Boltzman. Y no es
porque esta vez se hayan equivocado, es que llevan como quince años
haciendo lo mismo. Además, no parecen comprender ni una aritmética
elemental, se confunden con sumas y comparaciones de magnitudes
escalares. Así que no comprendo porqué aún muchos los tratan de
presentar como pensadores. Cualquiera puede hablar o escribir, lo
difícil es hablar o escribir algo de valor real. Un verdadero
pensador habla o escribe e ilumina al resto. La gente lo nota y lo
que dice se puede verificar.
Aquí
la gente le acomoda la culpa a los políticos, otros a los militares,
muchos más al pueblo, pero casi nadie señala a estos supuestos
intelectuales como un grupo de fracasados incapaces de dar su real
aporte al país. Son, como dirían los gringos, unos “perdedores”
en su profesión. Razón más para cerrar los ojos ante su
charlatanería y hacer uno mismo su propio análisis. Y es que ya lo
dijo el escritor de comedias, alemán, Kurt
Goezt:
“Aunque
a todos les está permitido pensar, muchos se lo ahorran.”
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