LA PELOTA ESTÁ DEL LADO DE LOS MAESTROS Y
DOCENTES ¿QUÉ HARÁN CON LAS “CANAIMITAS”?Alberto
Salazar5 de Febrero de 2014
Este no es un
artículo para discutir contrataciones laborales, condiciones en el
entorno de trabajo ni nada que se le parezca. Tampoco se enfoca en
uno o más artículos de una ley vinculada con educación;
ambiciosamente trata de ir al meollo del asunto, sobre lo que
realmente aporta una buena educación. Es decir, se enmarca dentro de
la verificación real del crucial aporte para el país que hacen
nuestros maestros y docentes de primaria y secundaria. Pone en tela
de juicio si es verdadero el tan repetido lema de que forman el
futuro del país. Pide ver mejores y notables resultados.
Y para adentrarme en
el tema, por supuesto que me enfocaré sobre la ideologización que
debería ocurrir en las mentes de nuestra juventud, lo cual es muy
diferente del adoctrinamiento político. No pienso argumentar contra
maestros y docentes que salen a marchar y repiten consignas de que en
los libros o programas se está “ideologizando a la cubana” a
nuestros niños y adolescentes. Eso es tan estúpido que sería
perder tiempo, espacio y oportunidad.
Está más que claro
que un maestro llena la mente de los niños de algunas ideas básicas
y debe despertar su capacidad para procesar apropiadamente las ideas
que recibe, y hasta generar las que serán completamente propias. ¿O
porqué en nuestros días se pide una realizar una contribución
completamente original y científica, bajo el formato académico,
para otorgar un doctorado? Plutarco decía que: “El cerebro no
es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender” y eso es
lo que debe hacer un buen maestro. Las jubiladas maestras de
formación normalista, lo hacían cotidianamente y demostraron que
eso es más que factible en Venezuela. No se está pidiendo lo
imposible. Si usted enseña a pensar apropiadamente bien a alguien,
de poco servirá que después usted u otro trate de manipularle, ya
que esa mente, tarde o temprano, se escurrirá pensando en otras
direcciones que pueden ser muy contrarias a lo que usted desea que
crea. Y aunque usted logre por coacción o fuerza que haga lo que
usted desea, el sujeto, aunque callado, estará en espera de una
oportunidad para rebelarse y actuar según realmente cree. La
historia así lo confirma.
Así que enseñar a
ser libre no es enseñar a amar a los Estados Unidos de América
(EUA), sino a pensar por si mismo. Si los EUA defienden realmente la
libertad, el ciudadano apoyará sus políticas, pero si no es así
las combatirá. Igual ocurre con otras naciones y ejemplos. Es por
ello que uno puede tomar como ideal de un humano a Martin Luther King
Jr. y detestar a George Walker Bush. No por ser estadounidenses, sino
por las ideas que defendieron, aplicaron y promovieron; el primero la
igualdad étnica y la justicia social; el segundo, por el amor que
profesa a la cobarde guerra electrónica de hoy contra los pueblos, y
que tiene por trasfondo, la vil ganancia económica. Así que
equivocado o no, una mente que piense por si misma, igual actuará si
está en Berlin de 1939, Moscú de 1965 o Nueva York de 2014, es
decir, descubrirá las costuras de lo que se le repita y diga como
verdad absoluta.
Pero retornando al
planteamiento base de nuestro modesto ensayo, los maestros y docentes
que tanto nos repiten que merecen un trato justo y mejores
condiciones para desarrollar su trabajo, ya que tienen en sus manos
lo más importante, el futuro y progreso de la nación, al formar el
talento humano del mañana, deben demostrar que eso realmente es así.
Y disculpen mi escepticismo, pero es que no creo que las cosas sean
ciertas porque me las repiten a diario, debe haber pruebas reales de
ello. Eso me lo enseñó hace casi cinco décadas atrás, una
connotada maestra, formada en la “Normal Miguel Antonio Caro”,
que educó por años en una escuela pública de primaria en un cerro
de La Vega. Con un único libro por niño y compartiendo una resma de
papel para todo el curso, a punta de tiza, borrador, garganta y con
mucho amor, me enseñó por igual las bases de la aritmética, a leer
y escribir con una aceptable ortografía, y hasta los principios de
las ciencias naturales. Esa dedicada profesional, nos adentró en
geografía, historia y hasta las artes plásticas. Más tarde, otras
dos maestras formadas bajo el mismo canon pedagógico se encargaron
de reforzar y ampliar esa formación. Con tareas periódicas que nos
obligaban a ir a la biblioteca y escudriñar entre textos de
diferentes áreas y autores, todo mi curso fue ampliando su educación
y cultura. Para ese entonces éramos incapaces de preguntar al
“bibliotecólogo” de turno: “¿de qué página a cual página
debo leer?”. Es más, ni siquiera se nos ocurría preguntarle que
nos recomendara un texto o un autor, preferíamos revisar varios
libros y seleccionar por nosotros mismos. En otras palabras, bastaron
tres buenas maestras para hacer la diferencia.
Eso fue el legado de aquellas maravillosas pedagogas: “
busca
la verdad por ti mismo”. Así que cuando llegamos a la
universidad no hubo trauma alguno, estábamos acostumbrados a esa
forma de pensar. Tal vez por ello, no es de extrañar que terminamos
abrazando la docencia, pero que nos enfocamos en la del tipo
universitaria. Allí, cuando llega un estudiante, es fácil
determinar si este trae la forma de pensar que le será de éxito
para su formación académica o si posee un lastre mental de cómo
conducirse, que difícilmente podemos remover. El estudiante que
repite cual loro, toma apuntes, repite las clases y textos, pero se
le dificulta pensar ideas propias, incluso simples críticas a lo que
se le enseña, es un sujeto centrado en la memorización y
acumulación de saberes, bajo la organización que le da su profesor.
Pero le cuesta “
pensar fuera de la caja” si se nos permite
utilizar la expresión gringa. También es común que obtenga el
grado universitario porque la estructura de muchos programas de
estudio así se lo permite, pero cuando debe inventarse un modo
heurístico de realizar una demostración matemática o resolver una
integral numérica empieza su calvario. Si lo pones a componer un
poesía o un ensayo de primera te dirá que no se le ocurre nada. Y
uno piensa para sí mismo con tristeza, todo un mundo de cosas que
expresar, algunas internas y otras externas, del más extenso y
diverso rango, y este pobre estudiante sufre para decirme al menos
una. En otras ocasiones el problema es el muy repetido: “
sé lo
que quiero decir, pero no sé cómo hacerlo”, o su cercana
variante, que expresan cuando uno les lee lo que escribieron: “
pero
yo quería decir era otra cosas”. A uno no le queda más que
responder con firmeza: “
pero esto fue lo que expresaste y por lo
que tengo que calificarte”. Y por supuesto que uno termina
siendo el antipático. Ese pobre estudiante, incluso ya graduado, es
el sujeto ideal para adoctrinar políticamente, ya que se le cercenó
su facultad de pensar y cuestionar por sí mismo. Incluso con títulos
de cuarto nivel, será un vulgar repetidor de lo que otro le diga
previamente. A veces encaja muy bien en los modelos pedagógicos
tradicionales y de origen monárquico, que hoy la derecha continúa
promoviendo.
Mientras, el estudiante que piensa por si mismo, nos pone contra
la cuerda. Cuando uno está dictando la clase, levanta su teléfono
inteligente y se conecta a la Internet, busca algo y te pregunta. A
veces para profundizar y a veces para contradecirte. Unas para
aprender y otra para avergonzarte o ganar notoriedad. “
Disculpe,
profesor, pero el año pasado salió un desarrollo en el mercado,
sobre lo que usted acaba de decir que aún está en investigación en
una universidad”, es uno de los tipos de comentarios que a uno
le sorprende. Y hay que revisar de todo, porque puede venir con otro
tipo de frases como: “
¿profesor, qué opina usted de la teoría
de fulano de tal que sostiene una variante de la que usted acaba de
explicar?”. Al docente universitario lo embarga una
contradicción de emociones; una de alegría porque hay interés en
lo que está presentando y otra de temor por no estar a la altura del
conocimiento que tal vez debería tener sobre el mismo. Y es que es
imposible leer todo lo que se divulga sobre un tema. Cada día se
publican cientos o miles de artículos sobre cada tema y ningún
docente puede aspirar a conocerlos todos con detalle. Por eso, ya hay
más de un colega que les prohíbe usar cualquier artefacto
electrónico durante su clase. Quiere atar el aula de clases a un
ambiente ya pasado, donde mantiene la certidumbre y el control sobre
el curso. Sacrifica nuevas posibilidades de sus estudiantes en nombre
mantener un objetivo pedagógico que debe alcanzar en 90 minutos. Un
tema que ameritaría discusiones en congresos y foros educativos,
pero que hasta ahora pasa por debajo de la mesa.
Así que ahora me pregunto: ¿Cómo serán los estudiantes del
mañana? Si el gobierno ha hecho un meritorio y masivo esfuerzo por
darles sin costo alguno una
computadora portátil con acceso a
Internet y
software libre (
Canaima GNU Linux®), y
sus maestros y docentes le sacan el jugo a tan maravilloso recurso
pedagógico ¿hasta dónde podrán llegar?.
Cualquier “Canaimita”
de las que constantemente entrega el gobierno, tiene mayor poder de
cómputo que las computadores que tenían los módulos lunares del
programa Apollo de los sesenta. El software también es mucho más
elaborado y poderoso. Aquellos estaban escritos en lenguaje
ensamblador, los de hoy incluyen lenguajes de cuarta y quinta
generación y permiten variados desarrollos. Así que si EUA llegó
repetidamente a la luna con aquellos “perolitos”, ¿qué no se
puede hacer hoy con estos fantásticos instrumentos? Y mi pregunta de
rigor, ¿A dónde nos hubieran conducido esas ya desaparecidas
maestras de antaño, si cada uno de nosotros hubiera dispuesto de una
computadora para realizar sus trabajos?
Por eso, pienso además
que el magisterio tiene un enorme reto por delante, demostrar no con
discursos y estribillos tradicionales, que cumple con su labor, si no
con hechos, verificables y transparentes. Que resulte muy claro para
todos la mejora en la calidad de la docencia. Que nuestros niños y
jóvenes lleguen con una mejor preparación, habilidades y destrezas
para insertarse sin problema alguno en el siglo del conocimiento;
para innovar y aportar soluciones a las necesidades del país. La
educación no es algo para presumir de "sabelotodo" ante
los demás, colgar un "título académico" en la pared o
únicamente para mejorar el estatus económico o social de cada
individuo, es principalmente para convivir civilizadamente en el
mundo moderno y para contribuir a la mejora de este. Si lo que se
quiere hacer dinero, es más fácil decidir ser un comerciante o
ladrón.
Arturo Úslar Pietri fue enfático en reflejar la
importancia del tema al expresar: “
Si vamos a ponernos
sinceramente a hacer toda la Venezuela posible, y es grande esa
posibilidad, tenemos que ponernos de inmediato a concebirla y a
hacerla en la escuela”.
Así que ahora los maestros y docentes tienen el balón en su
campo. El gobierno los ha dejado expuestos y deben demostrar que
realmente son lo que pregonan a diario. Si cumplen
satisfactoriamente con su labor será innegable para todos, que se
les debe otorgar mejores condiciones, recursos y compensaciones
económicas. Pero si van a negarse a usar las “Canaimitas” y
extraerle el jugo al acceso a la Internet que se está popularizando,
con las áreas de “Wi-Fi” gratis, “Infocentros”, y demás
desarrollos del MPPCyT, entonces están condenando a nuestro futuro,
y eso sería criminal. No es la hora de las marchas mediáticas, es
la hora del continuo trabajo que con mística, entereza y
profesionalismo, demuestre que son lo que dicen ser. Así es como se
construye una nación. No escuchando a un líder político de
tercera, cuyos registros académicos lucen escasos y concuerdan con
su limitada forma de razonar y hablar. Por otra parte, esperamos que
las “Canaimitas” se conviertan en algo más que una gran
calculadora, que sean un recurso de aprendizaje que resulte crítico
dentro de los programas. No se trata de que los programas vayan por
un lado y el fantástico proyecto de la portátil para cada
estudiante vaya por otro. No, esperamos más que armonía entre unos
y otros,
deseamos una conformación digna de la educación de alta
calidad que tanto se pregona.
Un maestro de
vocación luchará para que la Canaimita no sea únicamente para
jugar, “chatear”, ver vídeos o escuchar música. Le exprimirá
las posibilidades como si fuera una naranja y difícilmente esperará
a que le entrenen apropiadamente para ello. Se le irán las manos
desarrollando nuevos esquemas de instrucción, conformando
materiales, compartiendo con otros colegas mejores formas de enseñar
a razonar lógicamente, de comprender la utilidad de los números en
nuestra vida diaria, descubrir otras culturas, otras historias, otras
lenguas, etcétera. Si tiene que enseñar el código binario, ¿qué
mejor recurso que una computadora portátil? Ese es el lenguaje
natural de ella. Un maestro real examinará con excitación los
resultados de las nuevas calificaciones de sus estudiantes, buscando
signos y señales de que el recurso está siendo de importante ayuda.
Experimentará y hará ajustes de los cuales pueda presumir con sus
colegas. Incluso, los futuros congresos educativos deberían irse
llenando de experiencias vinculadas con el empleo de las
"Canaimitas".
Y es que el maestro ahora dispone de un moderno artefacto tecnológico que le interesa a la mayoría de la juventud y que sirve para mostrar, en la práctica real, cómo se aplica lo que enseña. Así que dejemos de lados los falsos temores y pugnas de baja política; si algún gobierno hubiera pensado alguna vez en adoctrinar políticamente a su población y les pone en la mano de cada niño una computadora portátil con acceso a la red de redes, sería el gobierno más estúpido de toda la historia de la humanidad. Cualquier maestro debería darse cuenta de ello y si no creen eso, consulten sobre el rol de la Gran Muralla Digital de la China moderna.
Un maestro o docente con verdadera vocación, puede estar en contra del gobierno de turno, pero jamás le negará a sus estudiantes la posibilidad de superarse y aprender a ser mejores seres humanos. Más de una maestra de antaño no gustaba de los gobiernos de AD y Copei -que bastante maltrataron a ese gremio-, pero nunca jugaban o arriesgaban a sus escolares. Hacían hasta lo imposible para impulsarnos a grandes logros y metas trascendentales. Disfrutaban cuando veían que nos superábamos. Veamos pues, si los de ahora están a la altura del compromiso y si no es así, mejor que abandonen el puesto, porque lo que está en juego es demasiado costoso, el futuro de la nación venezolana. Ya el gobierno les jugó limpio, ahora les toca a ustedes responder con juego limpio y justo. Recuerden además lo que dijo Aristóteles: "Aquellos que educan bien a los niños merecen recibir más honores que sus propios padres, porque aquellos solo les dieron la vida, éstos el arte de vivir bien."